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Sabemos que Milei, el golem argentino, padece de incontinencia twittera. Los saltos ornamentales en la pileta del infantilismo tienen al poder ejecutivo contra las cuerdas frente a su peor enemigo: él mismo. Quiénes le atribuyen al presidente el genio militar de Von Clausewitz dirán que “elige” confrontar con Cristina, para fortalecerse en la interna contra Macri-Villarruel.
Desde este humilde espacio, todavía tratamos de no confundir literatura de ciencia ficción con análisis político, y por eso entendemos que el gobierno del presidente libertario, como Benjamin Button, nació viejo. También su proyecto económico de macrismo aceleracionista. De ahí que en enero lo hayamos calificado como “Revolución precoz”, lo que no significa que su mandato termine en dos meses, pero sí que si las condiciones objetivas (la economía) no acompañan su verborragia (el ideologismo), por lo tanto, el final puede ser cruento e impredecible.
Lo cierto es que la política es hoy más que nunca una casa sin cortinas. Con gente avergonzada de participar de ella, y otra un poco más madura y sensata, que elige transitar el desierto con más dignidad. Sin embargo la épica del castigo del gobierno transcurre mientras el país que lo votó acepta “heroicamente” el ajuste, pero acumula ira en las entrañas.
Ese país que de reojo ve por la ventana cómo el “vengador moral” que entronizó en el Ejecutivo, se aumenta el sueldo un 48% y le echa la culpa a otro, por redes, en la madrugada de un domingo. Ese que almacena, como si fuese la lava de un volcán, desilusiones consecutivas. Éstas se van tornando impredecibles e inatajables en el espiral de bronca acumulado. El delicado arte de escupir para arriba no es una buena plataforma de gobierno. En este sentido, en el artículo citado apuntábamos dos cosas:
1. “Milei es carismático, si. Pero la dominación carismática se funda, por naturaleza, en una autoridad inestable y precaria a pesar del ímpetu inicial que la acompaña.”
2. “La Argentina es mucho más impaciente que Twitter/X, y no tiene margen de tiempo para esperar ni hombros de rabinos sobre los cuales ir a llorar.”
De lo anterior, surgen dos preguntas:
¿Sabrá el carismático príncipe del enojo social que no hay más margen para circos sin pan?; ¿Sabrá que acelera, pero en reversa y hacia 2002?. En este marco, es oportuno citar dos miradas sobre el período olvidado en el país: la salida de la convertibilidad. Los huracanados vientos del 2001/2002.
Al respecto, desde una mirada de investigación, Julián Zicari observa la época en su libro “Camino al colapso”. Dice, acerca del gobierno de Fernando De la Rúa:
“Con todo, la explicación sobre las crisis y de las medidas tomadas solían ser similares también: se hablaba de ‘despilfarro previo’, eufemismos del tipo ‘esfuerzo para crecer’ o ‘ dar señales positivas al mercado’, aunque mayoritariamente se responsabilizaba a ‘los políticos’ y al denominado ‘gasto político’ de ser los máximos culpables de los males (…) la crisis de representación comenzó a aflorar y el discurso antipolítico ganó la escena.(…) Fue así que el gobierno comenzó a impulsar la idea de que en las próximas elecciones nacionales se votara también la propuesta de bajar el gasto en ‘la política’ y capitalizar el odio contra ‘los políticos’ que comenzaba a aumentar a toda marca, en un ambiente social que mezclaba desesperanza, impotencia y hartazgo por igual.«
Por su parte, y ya desde un lugar de testimonio en primera persona, Jorge Remes Lenicov, ex Ministro de Economía de Duhalde, cuenta en su último libro que :
“La dirigencia política estaba tan asustada con el clima social y el reclamo del «que se vayan todos» que muchos legisladores iban vestidos de sport al Congreso, y una vez ahí tomaban el traje que habían dejado colgado en sus oficinas y se lo ponían antes de las sesiones. Al finalizar la jornada volvían a dejar el traje en el perchero, llamaban un taxi y, tan subrepticiamente como habían llegado, volvían a irse con su ropa sport. La anécdota viene a cuento para recordar que los de aquel verano de 2002 no eran días fáciles para la clase política”.
Por supuesto, el lector habitual sabe que este espacio no compra féretros anticipados para nadie. Sólo tratamos de hacer análisis más o menos dignos a la luz del único principio ordenador: la realidad. Sin embargo, a veces los recursos literarios también son necesarios para fortalecer las posturas. Una ortopedia narrativa. En este caso, para finalizar, retomamos la leyenda del Gólem de Praga, que inspiró nuestro artículo publicado en febrero: el golem argentino.
Cuenta la leyenda del Golem de Praga que a poco de ser creada, la criatura, que no comía, no bebía y no necesitaba descanso, se mostró bastante útil, pues acarreaba agua, cortaba leña y ejecutaba toda clase de labores agotadoras. Sin embargo, si bien en un principio el gólem, pese a su evidente falta de inteligencia (una vez le pidieron que sacara agua de un río, pero terminó inundando la ciudad), se mostró muy diligente desempeñando labores peligrosas y arduas y protegiendo a la comunidad hebrea de Praga, pronto se puso violento y empezó a sembrar el miedo en toda la ciudad.
Incapaz de controlar a la criatura que había creado, el rabino Loew le terminó quitando la vida de una manera bastante simple: eliminó la primera letra de la palabra “Emet” escrita en su frente, formando así la palabra “Met”, que en hebreo significa “muerte”. Una vez que esta segunda palabra quedó estampada en la frente del gólem, el grotesco ser perdió el soplo de vida y se desplomó inerte en el suelo, aunque otra versión relata que el gólem quedó sin vida luego que el rabino sacara de su boca el shem, una pequeña tira de pergamino con una inscripción mágica en hebreo que le permitía al rabino darle órdenes.
Ojalá no le ocurra al Golem argentino lo que al Golem de Praga. Pero si le ocurre, que por lo menos exista plan b en la dirigencia nacional, para encarrilar un país que no merece vivir dentro de la novela turca que significa el experimento Milei-Caputo. ¿Será el pacto del 25 de mayo un paso hacia adelante en este punto?, ¿o integrará la fila india de cosmetología y caramelos de madera con que se gobierna desde el año 2016 en la Argentina?.