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Quien para un programa de Gobierno

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LA CENTRALIDAD DE CRISTINA

En octubre de 2022, decíamos: 

La expresión más significativa en términos electorales sigue siendo Cristina, cuya futura candidatura todavía es incierta. Y la centralidad de la vice no obedece tanto a sus propias intenciones como a otros -por lo menos- dos factores fundamentales. Primero, porque la mayor parte de la base social del FdT identifica en ella un peronismo genuino, principalmente por el odio que despierta en el antiperonismo, es decir, CFK es un parteaguas que organiza los posicionamientos de todo el sistema. Segundo, por el instinto de supervivencia de la mayoría de la dirigencia y base electoral del FdT que no puede ver hoy en Alberto más que un bizarro «alfonsinismo sin Alfonsín», pero con la capacidad de daño que otorga portar la lapicera.

Massa, todavía, sigue siendo una incógnita en términos electorales, ya que su vuelo depende de morigerar los índices inflacionarios, tarea difícil para el hijo de un gobierno de padres separados. Cisnes negros entre gobernadores e intendentes no podemos preveer.(…) el problema del peronismo no se debe a la falta de candidatos, sino a la evidente falta de proyecto. Si bien el “efecto Massa” detuvo parcialmente la hemorragia política del gobierno en ese agónico desorden económico que se llevó a Guzmán y a Batakis, lo que pareció ser una oportunidad de re centralización del poder de decisión política en el FdT todavía no cobró forma producto de la inorganicidad casi total del espacio gobernante. Sucede que los problemas que enfrentaron Guzmán y Batakis son los mismos que los de Massa, pero el margen de acción de este último es mayor en términos de respaldo político, hacia adentro y hacia afuera del gobierno. El ala más identificada con el kirchnerismo duro además de marcarle la cancha al Ministro, parece haberle comprado el féretro de manera definitiva al presidente.

(…) Aquí consideramos que el peronismo tiene chances para el 2023 teniendo en cuenta la dispersión opositora que hace que el malestar con el oficialismo no tenga un solo espacio tributario. Es lo que explica, o refleja, que Javier Milei se mantenga, desde hace meses, en los 20 puntos.”

¿EL SALTO DEL TIGRE?

En agosto de 2022 y ante su reciente nombramiento, decíamos aquí que:

 “La apuesta de Massa es  la apuesta de un dirigente político que deberá tomar decisiones políticas que resuelvan problemas económicos y sociales. El tigrense, más que un súper Ministerio, tendrá a su cargo resortes que a nivel organigrama ya existieron bajo la órbita de Economía. Sucede que algunos presidentes argentinos, arrastrados por los celos con sus super ministros de economía, prefirieron descentralizar funciones para recortarles poder, y así protagonismo político. 

El árbol se conocerá por sus frutos. Agarrar el timón en este momento es apostarlo todo. Gloria o Devoto.”

“Gloria o Devoto” sigue siendo la metáfora exacta para dar cuenta del poco margen que existe, pero no sólo para Massa, o para el oficialismo en particular, sino para la política como actividad. Es que más allá del espacio al que tributa Massa es, acaso, la última carta de esta versión de “la política” profesional en su conjunto como instrumento para resolver la crisis. Sus deadlines estaban planteados para abril. Pero la inflación sigue siendo indomable y permanece como la espada de Damocles sobre las espaldas de la sociedad argentina, y sobre las aspiraciones presidenciales del ex intendente de Tigre. 

Según cuenta Diego Genoud en su último libro, al actual Ministro de Economía “le gustaba pronunciar en privado, ante su gente, durante su paso por el gobierno kirchnerista: ´Yo, con una idea prestada y dos palitos, voy para adelante´.” Es una frase que explica la vocación de poder de un político profesional, pero también la desconfianza que proyecta sobre él el entorno kirchnerista. Mientras lo miran -desde siempre – cómo un hombre de «peligrosa» sensibilidad pro mercado y delegado del establishment, lo respaldan por haber evitado algunas de las 7 plagas de Egipto con su llegada al ojo del huracán: la economía argentina. Pero la sociedad no vota por lo que le evitan, sino por lo que le resuelven. 

Massa sostiene el apoyo voluntario -y no tan voluntario-  de casi todos los dirigentes (que no garantiza el de los votantes) del frente gobernante, que lo respaldan porque saben que ante un eventual fracaso o salida del Súper Ministro las consecuencias podrían ser devastadoras para todos. No obstante, la incógnita permanece, ¿podrá Massa revertir la imagen que buena parte del kirchnerismo ilustrado tiene de él?; ¿podrá demostrar que, como parecen reclamarle los tiros por elevación de CFK en sus últimas intervenciones, puede plantarse como titular y capitán de un programa de gobierno con autonomía relativa del establishment?.

 

En este marco, el actual titular de Economía necesita conseguir  la bendición de Cristina, que hasta ahora ha agotado sus recursos pedagógicos para hacerle entender lo inevitable a su tropa. Naturalmente, ante semejante presión de sus bases por candidatearla, la falta de consenso, y la ausencia de una PASO que permitan legitimar un candidato/a, la jugada final todavía es incierta. Esto es  importante en términos tácticos, pero estratégicamente, el desafío para el líder del Frente Renovador es participar activamente en la formulación del programa de gobierno que la vicepresidenta reclama. Un revival del Modelo Argentino para el Proyecto Nacional de Perón, pero en otro contexto, con herramientas menos robustas en términos de capacidades estatales, y con una morfología social que cambió en un sentido en que el peronismo no pudo interpretar del todo. 

Como decíamos en nuestro último artículo, la  “actualización doctrinaria” que el kirchnerismo realizó pudo enebrar un mensaje convocante hacia la sociedad de su época. Ese mensaje fue eficaz durante bastante tiempo, y si bien sigue siendo el espacio de más caudal electoral en la interna, no ha logrado superar la lógica endogámica a la que el peronismo en general está sometido, sin haber generado un liderazgo alternativo al de CFK. Es quizás por esto, además de por las crudas limitaciones que impone la realidad, que el campo nacional no ha podido presentar un liderazgo nacional alternativo y eficaz, por fuera del de Cristina. Vertebrar al gigante nuevamente será una tarea difícil.

En términos futbolísticos, hay dos capas de virtud en un político de vocación. La primera, es «pedir la pelota» cuando el partido es chivo y nadie la quiere. El Superministro  cumplió con eso. Pero para dar el “salto del tigre”, le falta el gol. Quizás «domar la inflación» fue una apuesta demasiado arriesgada, y ser «candidato de consenso» una aspiración de extremo optimismo.  En este contexto, ¿sería una PASO un mecanismo que permita que el Ministro legitime su candidatura al interior del peronismo?, ¿lo apoyaría CFK y, lo que es más importante aún, los votantes desilusionados?.

UN PROGRAMA ARGENTINO PARA LA ARGENTINA

«El mundo necesita un sistema económico internacional que funcione para nuestros asalariados, nuestras industrias, nuestro clima, nuestra seguridad nacional y los países más pobres y vulnerables del mundo.(…) Eso significa reemplazar un enfoque singular centrado en las suposiciones simplificadas que expuse al principio de mi discurso por uno que fomente las inversiones específicas y necesarias en lugares que los mercados privados no están preparados para abordar por sí solos, incluso mientras continuamos aprovechando la poder de los mercados y la integración. 

Significa brindar espacio para que los socios de todo el mundo restablezcan los pactos entre los gobiernos y sus votantes y trabajadores. Y significa volver a la creencia central que defendimos por primera vez hace 80 años: que Estados Unidos debe estar en el corazón de un sistema financiero internacional vibrante que permita a los socios de todo el mundo reducir la pobreza y mejorar la prosperidad compartida. Y que una red de seguridad social que funcione para los países más vulnerables del mundo es esencial para nuestros propios intereses fundamentales.“

Comentarios del Asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan sobre la Renovación del Liderazgo Económico Estadounidense en la Institución Brookings – 27 de abril de 2023

La suposición fundamental a dejar atrás mencionada por Sullivan, es que el mercado por sí sólo es el mejor asignador de recursos del sistema. Según Sullivan, EEUU creyó en la desregulación “como un fin en sí mismo”, sin observar las estrategias de los principales competidores, que pregonaban una integración más inteligente y menos ideologizada de las herramientas estatales y el dinamismo de mercado.

Traemos esta cita no sólo como muestra de la dinámica con la que parte importante de la burocracia norteamericana recalcula, sino para formular un interrogante político: ¿la clase dirigente argentina está en condiciones de interpretar esta incógnita y aprovechar un eventual relajamiento de las presiones estadounidenses en términos locales?.

A la fecha, la dirigencia no ha un diagnóstico sensato sobre la importancia de terminar con el déficit fiscal, y salir de la falsa dicotomía entre «la presión impositiva insostenible» y la zoncera de que «el déficit no es inflacionario». Pensar que el déficit no es inflacionario es tan ingenuo como pensar que el acuerdo con el FMI no lo es. 

Tampoco ha ensayado una respuesta común a algo estratégico: ¿Que vamos a hacer con el gas no convencional y el litio?; ¿Puede y quiere el Estado Nacional, las provincias dueñas del recurso y el sector privado trabajar en conjunto para este desarrollo?. Hoy el litio se exporta en crudo (sin ningún tipo de valor agregado) y mediante el pago de apenas 3% de regalías a las provincias productoras. Litio y energías deben dejar de ser oportunidades perdidas para ser palabras linkeadas con alguna idea programática de plan estratégico con mirada nacional. 

Por otra parte, ante una oposición que compite por ver quien presenta el plan de ajuste más rimbombante, el oficialismo tampoco ha elaborado una propuesta de esquema impositivo más moderno, con menos impuestos regresivos, pero con mayor eficiencia y racionalidad de recaudación.  Porque es harto evidente que si en esta Argentina no pagan impuestos todos los que deben hacerlo y en la medida en que deben hacerlo, la ecuación fiscal argentina no tiene solución.

Cuando decía aquí que el péndulo de la discusión política sobre el rol del Estado va de su reducción al mínimo a la compulsión intervencionista hablaba de todas estas discusiones pendientes. La falta de imaginación política es lo que ambos extremos tienen en común. ¿Alguien se está preguntando, en esos extremos, como hacer la intervención estatal más eficiente sin reducirla al mínimo o sin tener una trasnochada compulsión soviética donde “todo es Estado»?. De elaborar una tercera posición al respecto depende, en gran parte, un programa sensato para esta Argentina fragmentada y siempre a punto de caer en el abismo. Estado y Mercado como socios estratégicos de un mismo país. Nada nuevo, nada fácil, todo necesario. 

El éxito político (no sólo electoral) del próximo gobierno dependerá de que el liderazgo que lo encarne cobre un razonable margen de autonomía para trazar sus metas en relación a los problemas locales, y a partir de allí plantearse una integración inteligente con el mundo global. No hay manera de salir del asedio sin represtigiar la política y recuperar la autoridad del gobierno, que no es otra cosa que relegitimar el sistema democrático.

Es por eso que decíamos allá lejos, en 2018, cuando el proyecto liberal comenzaba a mostrar sus inevitables fisuras, que el decaimiento de la imagen de Macri no debía ser el árbol que tape el bosque del análisis. Las proyecciones basadas en el nivel de insatisfacción de ciertos sectores con esa actualidad, escondían que en realidad no sólo crecía el rechazo a las políticas implementadas por el gobierno macrista, sino a la política como actividad.

La realidad actual no muestra una ruptura con ese pasado reciente, sino un agravamiento del problema estructural: la ingobernabilidad endémica de un país que más que resolver problemas, los patea hacia adelante. En este marco, cuando se ha profundizado un cuestionamiento evidente a la estatalidad como modo más eficaz o “racional” de organizar el principio de solidaridad social, los misiles vienen desde diferentes polos. Desde el el factor Milei, que no expresa una corriente política en sí, sino una corriente crítica de la política, es decir, un epifenómeno de una eminente crisis de representación, hasta el fenómeno Maratea que, más allá de sus implicancias “contables” para administrar dinero de las donaciones voluntarias, también tiene contornos por medio de los cuales la política es cuestionada indirectamente. ¿Qué tienen en común Milei y Maratea? que ambos replican el diseño organizativo inaugurado por el PRO: se dirigen a individuos antes que a grupos. Y aquí hay algo para investigar y comprender, en una Argentina atomizada que deberá encontrar un liderazgo posible en donde depositar sus vilipendiadas esperanzas. 

El exitoso legado de Néstor Kirchner le susurra al presente. Un copy-paste de un plan ajeno no es viable para un país donde la cuerda no se puede tensar más.

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