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problema a resolver no es «multicausal». Es económico – social. Y como decía el gran padre del movimiento «nadie puede solucionar un problema social, si antes no soluciona un problema económico; y nadie soluciona un problema económico, sin antes solucionar un problema POLÍTICO«.
Claro, la tarea de gobernar ya no se limita a “crear trabajo”, sino a algo mucho más complejo. No existe un “punto de apoyo” homogéneo, ni un discurso único con el cual persuadir. La matriz sociocultural del país ha sufrido profundas modificaciones desde el quiebre que implicó la dictadura cívico- militar a la fecha.
Entonces, ¿cuál es la hoja de ruta en la que nos miramos?, ¿existe alguna?, ¿cómo representar mayorías en una sociedad fragmentada por doquier?. Insisto en que la sociedad que habitamos no es la de hace 60, 40 o 10 años atrás, y se caracteriza por multiplicidad de centrales obreras, movimientos sociales con lógicas de supervivencia particulares, descomunal evasión, un esquema impositivo regresivo y vetusto, una clase política que se habla y se narra a si misma, clases medias desencantadas e inorgánicas, organizaciones políticas en distinto estado de maduración, creciente informalidad laboral, influencers, individuación extrema e indignación como forma de habitar cualquier agenda. Pero sobre todo, algo que nunca había sucedido: QUE QUIENES TRABAJAN, SEAN POBRES.
En este presente complejo, es prácticamente imposible que un programa que pretenda representar intereses nacionales pueda llevarse adelante sin incluir a su base social de manera más concreta. Pero para representarla, debe conocerla. Y para conocerla, debe salir de la burbuja. Esto significa que la única forma de darle densidad a un proyecto nacional es reconocerles a quienes trabajan, el lugar central que deben tener para “mover” este mundo argentino de hoy.
Feliz día para todos y todas las que trabajan.