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Texto del 20 de noviembre de 2022 originalmente publicado en Facebook
En noviembre de 2016, CFK se refería a las elecciones que habían llevado a Trump a la presidencia. Fue en un acto en Florencio Varela, donde dijo:
«Acaba de ganar alguien en EEUU, alguien que hace bandera del proteccionismo. Que nadie se confunda. No ganó un candidato republicano sino alguien que representa la crisis que hay en la representación política producto de la aplicación de políticas neoliberales desde el Consenso de Washington . ¿Cómo van a hablar de voto racista en EEUU cuando un afroamericano fue reelegido?…Lo que el pueblo de EEUU está buscando es a alguien que rompa con el establishment que ha generado pobreza, que causó pérdida de trabajos, casas. Que quien encarne eso tenga determinadas características personales no nos engañe. QUE EL ÁRBOL NO NOS TAPE EL BOSQUE, POR FAVOR.»
Si bien el arbol de la moralina progresista sigue nublando la comprensión de las cosas, podemos decir que las motivaciones de la base electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca siguen existiendo; con o sin el en la presidencia. Entonces, en términos inmediatos, ya no importa si Trump gana o pierde las elecciones. Ese es un fenómeno de naturaleza electoral.
Lo que reviste interés político en EEUU, es que el «trumpismo» existe. Un sujeto político movilizado, activo, con componentes sociales históricamente marginados, para con quien el propio Trump tuvo un mensaje de campaña anacrónico. Un sujeto que para horror de la politología palermitana, se siente representado -por ahora- por Trump. El punto es que si no es Trump quien consiga conducir a este sector, quizás sea otro/a.
La política de los demócratas generó una crisis de representación fenomenal. Y es tan errática y tan cooptada por el globalismo financiero, que parece garantizar la supervivencia del discurso border, económicamente nacionalista, y con impronta anti élites por un largo tiempo.
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