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Por Francisco Noguera
El dólar cómo bien sabemos los argentinos es la moneda estadounidense, que luego de los acuerdos de Bretton Woods en 1944 se convirtió en la moneda de cambio y ahorro internacional el sistema denominado patrón Dólar-Oro suplantando a su antecesora la Libra Esterlina. Esto vino marcando el poderío global estadounidense en la nueva etapa que comenzaba post 2da Guerra Mundial. Podemos afirmar que este poderío internacional se sustenta en una Política estatal interna estable, en una gran capacidad militar nunca antes vista en la Historia de la humanidad y en un poder económico no solo en el orden nacional o regional sino también sustentado por una arquitectura económica y financiera internacional en la que encontramos organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el GATT que luego sería la actual OMC.
Como moneda internacional es usada para realizar los pagos internacionales y como reserva para los países en sus bancos centrales junto con el Oro y otras divisas como el Euro, Franco Suizo, Libras Esterlinas entre otras.
Como bien sabemos, Argentina se caracteriza por tener una relación conflictiva con el dólar, bastante diferente a sus vecinos o países similares en el resto del mundo. El dólar para los argentinos en cierta forma es parte de la cotidianeidad, desde ver los diferentes precios que tiene en cualquier placa en la televisión, en medios gráficos o escuchar la cotización en la radio, sumado a su utilización para comprar bienes de gran valor como inmuebles, maquinaria o automóviles. Se agrega el uso de un lunfardo particular en torno a la moneda estadounidense, “los verdes” cómo se lo suele llamar comúnmente. A esto tenemos que sumarle la problemática relación que tenemos con nuestra propia moneda, el Peso, quecomo hemos visto hasta el actual gobierno de Milei ha prometido eliminar y dolarizar la economía argentina siendo una de las principales propuestas de su campaña presidencial. Lo cierto es que el peso en menos de 40 años ha sufrido diferentes cambios y devaluaciones lo que ha producido que también el dólar sea una forma de ahorro muy común para los trabajadores Argentinos para no perder frente a la inflación siendo una moneda previsible en el futuro.
El problema que tenemos en Argentina no es solo que el dólar sea una forma más estable de ahorrar que hacerlo en nuestra propia moneda, sino que nosotros no lo fabricamos y además obtenemos menos de los que necesitamos para hacer transacciones en el exterior y pagar la deuda externa que luego de varios gobiernos ha ido en aumento.
Ahora bien, el resto del mundo no parece seguir la misma lógica que nuestro país, sino que se está dando una proceso inverso, la “Desdolarización” que se apoya y desarrolla a través diferentes factores, como el declive del poderío estadounidense en el mundo con una economía a la baja post crisis financiera del 2008. A esto debe agregársele una polarización y deslegitimación política generalizada en todo el pais, la perdida de la confianza de sus tradicionales socios como los estados europeos y las diferentes disputas en el plano internacional que lleva adelante o sostiene.
Por otro lado estas últimas décadas hemos visto el resurgimiento económico de países como Rusia, China e India que han tomado un gran protagonismo este último tiempo con países emergentes como Brasil, Sudáfrica y los países del Sudeste Asiatico, algunos paises de Medio Oriente, todos ellos con diferentes características en su desarrollo pero con una visión común de un mundo multipolar que los enfrenta a las regulares y desmedidas políticas de Estados Unidos.
China hoy es el país que representa la segunda economía del mundo y la primera en términos de exportacion e importacion, es el principal socio comercial de la gran mayoría de los países del mundo. En este sentido ha empezado a utilizar las monedas nacionales como forma de pago internacional como por ejemplo con Brasil uno de sus mayores socios en América y con Rusia que es uno de los mayores proveedores de energía del mundo, reduciendo así los costos adicionales de la utilización de una moneda extranjera.
Rusia, luego de la denominada “Operación militar especial” contra Ucrania, ha tenido que desarrollar un sistema de pagos diferente por fuera del clásico SWIFT utilizado por la mayoría de los países, ya que su economía ha sufrido innumerables sanciones por parte de Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido, además de una gran confiscación de activos en el extranjero de alrededor de 300 mil millones de dólares.
Otro sistema que está en uso es el trueque, como por ejemplo entre Irán y Tailandia que intercambian alimentos por petróleo, o países como Afganistán y Rusia que también utilizan este sistema.
Uno de los golpes más recientes fue la no renovación por parte de Arabia Saudita al acuerdo Petrodólar, que había sido firmado en 1974 y establecia la venta del petróleo saudi en dólares lo que benefició a Estados Unidos para posicionar a su moneda como principal moneda de cambio en el sector energético y Arabia Saudita en la cima de los productores y vendedores de crudo del mundo. Pero desde el año 2022 Arabia Saudita comenzo a incmplir este acuerdo vendiendole petroleo a China, uno de sus mayores compradores, dándoles la posibilidad de realizar sus pagos en yuanes, que se terminó de regularizar este 2024 con la salida de Arabia Saudita del acuerdo luego de 50 años ininterrumpidos.
Esto tampoco se trata de casos aislados en los que los países actúan por sí mismos en búsqueda de salirse de la esfera del dólar, sino que también es parte de una estrategia para generar una nueva arquitectura financiera internacional que impulsan bloques como el BRICS, la ASEAN, la Organización de Cooperación de Shanghai, la Unión Económica Euroasiática, apoyadas en organismos como el NBD (Nuevo Banco de Desarrollo) que es el banco de los BRICS con sede en Shanghai y el Banco Asiatico de Inversión e Infraestructura con sede en Beijing entre otros.
Estos nuevos actores internacionales no solo buscan destronar al dólar como método de cambio internacional sino también generar nuevas opciones más justas para su propio desarrollo económico. Para poder ejemplificar la magnitud de una de ellas es necesario poner algunos números.
El BRICS, que celebró su última cumbre en octubre de 2024 y llamó a seguir construyendo un mundo multipolar además de incorporar varios países como miembros plenos y asociados, representa el 46% de la población mundial, el 36% del PBI mundial, el 25% de las exportaciones mundiales de bienes y el 50% de la contribución al crecimiento económico mundial. En palabras del presidente sudafricano Ramaphosa, el bloque debe buscar fortalecer el uso de monedas locales y un comercio más justo, lo que se puede ver como una expresión que busca reforzar su autonomía estratégica en un mundo cada vez más conflictivo.
Entonces si una gran parte de los países del mundo se han embarcado en el proceso de desdolarizar la economía global y en él están los principales socios de la Argentina, la única forma de entender que nuestro país rechazara con su nuevo gobierno entrar a los BRICS, organismo en el que habíamos sido aceptados como miembros plenos, es por una manifiesta vocación autodestructiva, un malintencionado comportamiento internacional y una nula visión estratégica de futuro cercano.
¿Estaremos a tiempo de morigerar los daños que el anarco capitalismo está generando a la velocidad de la luz en materia de política internacional?…
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