37916888_10214768456597058_2479274883842834432_o

Candidaturas, oposición y «racionalidad»

Tiempo de lectura 4 minutos

El problema de los politizados no pasa por la falta de comentarios, sino por el exceso. Aún de comentarios inteligentes, que hay muchos, pero no distinguen entre sociología, literatura, y posibilidades electorales. Dicho esto, trataremos de esbozar un breve análisis de posibilidades electorales , sin ánimos de hacer lo que no sabemos (literatura), pero con breves incursiones en lo que nos gusta (sociología).

Si hablarle a la sociedad y no al microclima es la premisa que todo/a candidato/a debiese tener en cuenta, podemos decir que son muy pocos los que en este último año se han dedicado a eso. La opción por el “silencio activo” de Cristina Fernandez de Kirchner, ha puesto en valor dos cosas: primero, el mantenimiento –y crecimiento según el caso- de su capacidad electoral en muchos distritos de Bs As (con 14 millones de electores) donde otros candidatos vocacionales quedan muy, pero muy lejos. En segundo lugar también ha puesto en valor aquello de que para saber cómo es, al rengo hay que dejarlo caminar. Y Mauricio camina, pero ya nadie parece querer prestarle andador.

Sin embargo, el decaimiento de la imagen de Macri no debe ser el árbol que tape el bosque del análisis. Las proyecciones basadas en el nivel de insatisfacción de ciertos sectores con la actualidad, esconden que en realidad no sólo crece el rechazo a las políticas implementadas por el gobierno, sino a la política como actividad. La apuesta indirecta del macrismo ha sido siempre el crecimiento de la antipolítica. Eso no es bueno para nadie, y requiere de un «plan de contigencia» mucho más que económico.

Por su parte, a pesar del desprecio por la política que emana de 9 de cada 10 funcionarios del gobierno, vale reconocer que el objetivo oficialista de tener una oposición controlada parece dar resultado cuando, a través de la tecnología comunicacional, se logra que el arco opositor quede reducido al rol de «mensajero de las malas noticias», mientras el oficialismo se reserva el de construir un relato ilusionante, aunque completamente ficticio y cínico, pero que todavía moviliza anhelos de buena parte de la sociedad. Es éste un enclave a tener en cuenta de cara al enfoque de campaña.
La vocación de tener éxito por sobre la de tener razón

Hagamos un repaso de la última foto electoral, las elecciones de 2017, cuyo análisis general volcamos en este artículo. En la provincia de Buenos Aires, la gran derrotada de esas últimas elecciones fue la ambigüedad. La “Stolbizerizacion” llevo al massismo a peores resultados que en las PASO. Florencio Randazzo, después de una campaña en la que demostró que la queja edípica como remedio a la “falta de autocrítica de CFK” no funcionó como plataforma electoral, y que para los bonaerenses fué mejor Massa conocido, que Massa por conocer. Unidad Ciudadana se consolidó como la opción opositora con mayor volumen de representación, y ahí radica su propia disyuntiva, que es la misma que atraviesa a toda la oposición de cara a 2019: construir alianzas que trasciendan el propio espacio o “achicarse la cancha” en la construcción endogámica.

El sector intersindical y de movimientos y organizaciones que constituye el 21F, es la prueba territorial de que el modelo de oposición no puede definirse por fuera de la oposición al macrismo, siempre y cuando la oposición no pretenda degradarse en un ritualismo morisquetero vacío, y condenarse a ser una confederación de partidos locales que sólo compartan su tradicional liturgia, lo que en términos prácticos se cristaliza en lo ya señalado aquí: reducir el movimiento nacional sólo a una identidad cultural adapatada al esquema de representaciones fragmentarias que necesita el neoliberalismo, pero sin traducción electoral.

Hemos dicho en este blog que la suerte del campo nacional dependía, en parte, del decaimiento de los “partidos del No“: No a Macri, No a Cristina, No al peronismo, No al pasado,…Y ninguno de esos puede ganar por sí mismo. Depende de los candidatos. Porque la política es personal.

Si esto es así, debiéramos notar que se ha instalado que la figura de CFK no ayuda en términos electorales en tanto “divide al peronismo”. Sin embargo, un elemental razonamiento nos indica que al peronismo, más que probablemente, lo dividen los peronistas que sostienen que la candidata peronista que más votos tiene divide al peronismo.

Para el peronismo que todavía no ha enajenado su discurso público, ganarle a Macri sigue siendo más «útil» que ganarle a Cristina Fernandez, y por eso los niveles de antikirchnerismo han mermado, y se ha dejado esta vertiente de la antipolítica (el antikirchnerismo) al único sector al que, por genealogía política, le pertenece: el núcleo duro macrista.

Representar “a los agredidos por el macrismo” sigue siendo el horizonte de campaña de Cristina Fernández (y por ende el de su espacio), que comprende esto de que no se llega a la presidencia sumando muchos dirigentes, sino sumando votantes.

En este contexto, muchos actores del arco opositor (aunque quizás todavía no los suficientes) han decidido “ir” con Cristina Fernández, o con quien ella “bendiga”. Obedeciendo al tinte sociológico prometido en este artículo, diremos que esta conducta (mucho más pronunciada en los intendentes) es una acción racional con arreglo a fines, es decir, políticamente acertada.

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *