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¿A dónde va el cirstinismo cuando llueve? 

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La pregunta que titula este artículo es la pregunta por el destino de un sector cualitativamente importante del campo nacional, que tendrá a su líder en un rol relevante durante la campaña pero ya no en la cima de la boleta. Sobre esto pidió la vice «compresión de texto», y la interacción entre el pedido y su audiencia fue todo lo accidentada que pudo ser.

Repasemos  como es habitual en este espacio, lo que decíamos con anterioridad sobre la temática de la centralidad de CFK. En un artículo titulado «Menos gigante y más invertebrado«, por octubre de 2022, observábamos que: 

La expresión más significativa en términos electorales sigue siendo Cristina, cuya futura candidatura todavía es incierta. Y la centralidad de la vice no obedece tanto a sus propias intenciones como a otros -por lo menos- dos factores fundamentales. Primero, porque la mayor parte de la base social del FdT identifica en ella un peronismo genuino, principalmente por el odio que despierta en el antiperonismo, es decir, CFK es un parteaguas que organiza los posicionamientos de todo el sistema. Segundo, por el instinto de supervivencia de la mayoría de la dirigencia y base electoral del FdT»,

la dirigencia y base electoral del FdT», donde los bastones abundan y los mariscales no tanto. 

La relación que define tanto quienes la aman sin medida como quienes la odian sin piedad es que le prestan atención, pero no siempre escuchan lo que dice. Es decir, este no es un hecho que debe extrañar en una sociedad donde lo emocional fue ganando terreno de un modo ominoso. 

CFK no sólo es , entonces, el parteaguas que organiza y determina los posicionamientos de todo el sistema político, sino que también es el síntoma del estado profundamente emocional que habita los tejidos nerviosos del debate público.

Este no es un fenómeno exclusivamente político ni exclusivamente argentino, y hemos expresado nuestro punto de vista hace ya unos años, cuando hablamos, en enero de 2021, de polítización en red y fragmentación política

Decíamos en el artículo citado que “desde 2012, lo emocional fue ganando terreno por sobre la lógica argumental en nuestro país. Fue el año de estallido de las “autoconvocatorias”, con Carrió y Bullrich a la cabeza de la viralización. Desde entonces la red ha habilitado una nueva manera de reconvertir militantes, simpatizantes o votantes en activistas. En este sentido, el fenómeno de la viralización obedece a que los contenidos se seleccionan de acuerdo con la creencia de quien consume, reconfirmando posturas previas. Viralizar contenidos es viralizar emociones, desde el cinismo hasta el malestar.»

Entender desde abajo

Como entender la sociedad desde abajo es más útil que entenderla desde arriba, entender a los liderados es sociológicamente más relevante que entender a los líderes. Se sabe que el peronismo clásico tiene larga y accidentada tradición de urticaria por las corrientes que no puede definir con precisión. Como decíamos en uno de nuestros últimos artículos, la  “actualización doctrinaria” que el kirchnerismo realizó pudo enebrar un mensaje convocante hacia la sociedad de su época. Ese mensaje fue eficaz durante bastante tiempo, y si bien sigue siendo el espacio de más caudal electoral en la interna, no ha logrado superar la lógica endogámica a la que el peronismo en general está sometido, sin haber generado un liderazgo alternativo al de CFK. Es quizás por esto, además de por las crudas limitaciones que impone la realidad, que el campo nacional no ha podido presentar un liderazgo nacional alternativo y eficaz, por fuera del de Cristina. Vertebrar al gigante nuevamente será una tarea difícil.

Por eso, ante la confirmación de la no candidatura de CFK, nos preguntamos que harán dos sectores principales que componen la base cristinista: los humildes que recuerdan tiempos felices durante su gobierno, y los sectores progresistas de izquierda y centro izquierda que se sumaron al kirchnerismo en 2007, pero que aborrecen «lo rancio» del peronismo tradicional. Conservar esas bases unidas y solidarias con la campaña oficialista es tan importante como pensar que son escandalosamente insuficientes para que el peronismo haga una elección competitiva.

La clave de la primera etapa de la campaña es fomentar la «pluralidad» de candidatos, de modo que el oficialismo suba el piso de intención de votos. El problema es si vuelve a pecar de endogamia posicionando a dedo a algún «hijo de la generación diezmada» sin comprender que debe pescar fuera de la pecera.  

Ahora bien, si no hay programa, no hay candidato/a qué pueda alojar los suficientes votantes en el medio de la lluvia. Porque como decía P

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