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Combatiendo al capital sindical

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El 27 de septiembre pasado se cumplieron 87 años de la Fundación de la CGT. Entonces vaya si tenía razón Perón con esto de que la organización vence al tiempo. En ese marco, sería bueno tener en cuenta algunas cuestiones de fresquisima coyuntura, de las que, palabras más palabras menos, ya se ha hecho mención en este blog.

Algunos datos para turistas

¿Cuál es el aspecto de la mafia sindical que viene a combatir la expresión más republicana de la historia nacional?, una estructura de 3.500 organizaciones con convenios que protegen los derechos de 10.000.000 de trabajadores y trabajadoras, y que tras décadas de deterioro de la asistencia pública de los malos gobiernos, cubren la atención de la salud de 20.000.000 de hombres, mujeres y niños de nuestra patria. Si esto es así, diremos que el frívolo concepto de «estructura» merece ser pensado no sólo como un «aguantadero de burócratas sindicales», sino como instancia institucional contenedora de todo lo mencionado anteriormente, y conformada también por más de 70.000 delegados y delegadas de base que, como bien señala el «gringo» Amichetti, todos los días actúan como una valla para impedir abusos patronales en las fábricas, comercios y oficinas de todo el territorio nacional, promueven la ayuda mutua, la cultura, la capacitación laboral, el turismo social. Todo esto en una sociedad demasiado preocupada por exaltar los valores individualistas.

Algunas notas mentales para residentes

La celebración silenciosa ( y a veces no tanto) de lo que sucede hoy con el «pata» Medina (mañana con otros) por parte de ciertos kirchneristas, es parte de la compleja trama de resentimientos y broncas interiores que alimentan la comparsa amarilla.

Aunque cueste comprenderlo, ni la dinámica de los sindicatos puede juzgarse con la vara de la de una reunión de consorcio, ni la cuestión de fondo es si un sindicalista está más sucio que un mecánico. La cuestión de fondo es que -todavía- no hay «reforma a la brasilera» por la obra de Perón, sostenida en los sindicatos, y por la vivificante aparición de Néstor y Cristina Kirchner en la escena política nacional contemporánea. Ambas, con aciertos y errores, son el testimonio de la misma voz de defensa de los trabajadores y del pueblo todo, e invitan a que las defendamos más allá de las personas, pero para nada invitan a que cabemos nuestra propia tumba como si perteneciéramos a otra tribuna, repitiendo como loros futboleros «estos le hacían paro a Cristina».

No están en juego las personas, están en juego las estructuras que -en el caso de los sindicatos- tienen una robustez que todavía ahuyenta la avanzada oligárquica sobre la dignidad institucionalizada que, con su barro, contienen las estructuras sindicales.

Es tan antipolítico pensar sindicatos por fuera de proyectos políticos, como pensar proyectos políticos sin sindicatos.

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